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Como Ulises y Martina

Como Ulises te encerraré, no en una torre, te encerraré en una cajita de ébano con un fuerte olor, olor a ti. Cada tarde te visitaré y te llevaré las cosas que más te gustan. Tus libros favoritos, las fotografías viejas, imágenes mentales, recuerdos del futuro, dolores del pasado, frutas, plantas, arte, mi calor, mi cariño, mi pasión, mi sexo.

Cada tarde me escaparé de mi rutina y estaré contigo, mientras esperas pacientemente en esa oscura caja. Nadie sabrá que estás ahí, que cada tarde los dos desaparecemos en ese estrecho espacio, perdiéndonos por momentos eternos, amándonos, dando vida una vez más.

Y ahí te encerraré aunque no estés, hasta que los dos desesperemos y gritemos por la necesidad de ser, de ser libres, ajenos, extraños, cómplices, amantes, uno, infinitos. Y de nuevo nos encerraré a los dos llevándote las cosas que más te gustan. Los libros, las fotografías, los recuerdos, la sal, la arena, el calor.

Y al paso de los años, cuando no nos reconozcamos, sólo tendré tus huesos, tu polvo y tu recuerdo encerrados en esa cajita de la que nadie sabe más que yo.

Insomnio

31 de diciembre, 6:47 AM y no puedo dormir. Me despertó la sed y he estado dando vueltas en la cama por casi ya dos horas. Prendí y apagué la televisión un par de veces. Dr. House también tiene insomnio.

Se me cierran los ojos, la cabeza me empieza a doler, pero por alguna extraña razón no concilio el sueño. Me asaltan cualquier cantidad de pensamientos: La pintura; cómo separaré la sala de mi cuarto, ¿mi madre se encontrará bien?; ¿estará dormida?; el gato del vecino maulla siempre de madrugada; mi ex novio en París con su europea esa; la ambulancia; ¿me hará daño la humedad?; mi casa está hecha un asco; la debo limpiar antes de año nuevo; creo que mi compu, mi perro y yo estamos enfermos...

He decidido escribir un poco para ser, por lo menos, algo productiva. Creo que todos esos temas se desbordan de mi mente por ser el fin de año. Siento la necesidad de resolver todo lo pendiente de un jalón. Pero, ¿cómo puedo terminar todo si llevo días, semanas y en algunos casos años, tratando de dar cierre a lo que me atormenta esta noche?

En mi casa, y para mí en especial, el año nuevo siempre ha sido una oportunidad, oportunidad para ser mejor en todos los sentidos, dar pie a nuevas metas, cumplir las que no se pudieron, definir nuevas perspectivas, aprender algo más, renacer.

Pero este año que se va para mí es un poco diferente. Claro que tengo muchas bendiciones y alegrías; aprendizajes y lecciones; un sinfín de cosas que agradecer. Sin embargo, no puedo dejar de sentir un algo que me hace apretar la mandíbula, tragar saliva, respirar profundo y pretender que todo estará bien.

Y por favor, no me tomen por quejumbrosa o llorona. No es el sentido de esto. Es sólo que este año, como todos mis años, terminé con enseñanzas fuertes y valiosas.

Aprendí que amo a mi madre, que un muerto puede resucitar, que el amor se modifica, que no es conveniente ser amante, que tengo muchas áreas de oportunidad en mi trabajo, que la familia es sumamente importante, que hay personas con mayores tristezas que la mía, que los amigos se convierten en hermanos, que puedes perder a los hermanos, que el dolor se puede tragar para seguir adelante, que eso te hace crecer y ser mejor persona, que mi mayor ilusión también me puede traer enormes momentos de abatimiento y daños colaterales.

Se cierra el 2009, y a las 12 de la noche de hoy, veré a mucha gente corriendo en la calle con sus maletas, barriendo la acera, subiendo y bajando escaleras. A la distancia, estaré inmersa en mis pensamientos, apretando la mandíbula una vez más y dando gracias a mi Dios de todo con lo que me colmó este año, pidiéndole sólo nobleza y humildad y haciendo un sólo propósito: Ser una mejor Fernanda cada día.

Ayuno

Desde hace algunas semanas he despertado con un sabor de boca extraño, con cierto desasosiego, tratando de escapar, fastidiada de lo que sucede a mi alrededor.

No es que no sea feliz, porque lo soy, inmensamente. A diferencia del pasado, cuando ésto me ocurría, por lo regular me encontraba sumergida en un estado depresivo-nostálgico, como suspendida en un limbo que me mantenía deseosa de desaparecer de mi mundo real, correr lejos de mí, iniciar en un país lejano, conocer nuevas personas, empezar de cero.

Pero ahora es un poco diferete. Me encuentro extremadamente aburrida y sí, aún quiero desaparecer, no de mi mundo real, sino de mi mundo virtual. He estado callada en estos días porque siento que no tengo nada más que decir.

A veces me ataca la verborrea y quiero escupir todo lo que mi cerebro piensa, expresarlo sin precaución alguna. Y me desespera no estar deseosa de dejar que mis dedos guien las palabras que describan todo lo que mis ojos ven, mi cuerpo siente, mi alma añora.

No es que esté falta de inspiración, es solamente que estoy infinitamente desencantada de algo y por algo que aún no logro descubrir.

Ayunaré hasta que se me pase esta indigestión.

Luz de día

Saberte aquí es la mayor tentación que pueda existir. Eres como una maldición de la que no me logro liberar, y no quiero. Cierro los ojos, me concentro y siento tu olor entre los labios y la punta de la nariz. Te escarbo, te encuentro, te saco.

Te tengo, me arrepiento, vuelves a ser un hombre de carne y hueso, te desprecio y te guardo en lo más profundo de mi buró.

Pero es tu juego favorito, convencerme, los haz dicho siempre y para siempre. Entonces recuerdo tu cuarto pintado de ti, de nosotros, de estrellas y canicas, tu cama, mi lugar favorito, con plumas, almohadas y tu cuerpo junto a mi.

Nuestras pieles, gemelas, no se resisten. Caigo una vez más y me deshago encima, debajo, a un lado de ti. Duramos una eternidad, un segundo, nada. Somos lo más etéreo que pueda existir, no somos tu y yo, ni tú y ella, ni la otra, ni el otro, ni Martina, ni Ulises. Repites mi nombre al oído, me abrazas, te amo, me endiosas, te idealizo.

Y así hemos estado perdidos, varados por años en nuestro amor que no es amor, que es pasión, estrella fugaz que se repite perennemente para consumirnos por más lejos que estés, por más profundo que te entierre.

Siempre habrá un minuto en el cual podremos detener el tiempo, reconstruirnos y decirte cuánto quería que ésto pasara una vez más, y otra vez más...

Nos dejamos (como papeles en el viento)

Y así nos dejamos, dejamos pasar el tiempo a la deriva, dejamos que los deseos y los anhelos se queden suspendidos entre los días y las semanas. Desaparecemos, así como retratos desvanecidos, como extraños que se olvidan y al estar de frente no se reconocen.

Olvidamos las tardes, las noches y los amaneceres, los olores, el temblor de los cuerpos, el aliento de los besos impacientes. Dejamos también que pase la amargura y la nostalgia, el ansia de volvernos a encontrar.

Y preferimos contenernos antes de dejarnos envolver el uno en el otro de nuevo. Preferimos caminar con la música en la cabeza y hacer de cuenta que no pasa nada. Preferimos escribir de nuestra cotidianeidad y disolver en la rutina el peso de dejarnos. Preferimos obstruir el recuerdo no sólo de los hechos si no también de los sueños.

Y son los sueños los que vuelan, como pedazos de papel en el viento, tan ligeros y pequeños que ya nada los puede detener. Y así se alejan, como tú y yo nos alejamos y nos olvidamos, nos dejamos en el olvido, en el pasado, en altamar. Ahí, donde ya nada puede tocarnos, donde somos inalcanzables y cada vez más distantes, donde a veces nuestro reflejo chispea con los rayos del sol por un breve segundo.

No sabemos lo que somos ni lo que fuimos, solo sabemos que es preciso dejarnos antes de permitirnos volver a ser.

Soy virtual, luego existo

- “Estoy muy triste.”
- “¿Por lo de tu ex?”
- “No qué va. Estoy triste porque nadie me ha pelado hoy en el Twitter, como si me estuvieran haciendo la ley del hielo, como si no existiera.”

Esa conversación es real. Muchos de mis amigos me consideran cyberadicta; yo me considero cyberadicta, pero amateur. Piensan que soy muy clavada y que me la paso en la red, pero más bien ellos no están lo suficiente como debería ser. Conozco gente que en verdad tiene serios problemas de ser geek.

Pero el ser geek, estar conectado 24 horas los 7 días de la semana es ¿cómo decirlo? Una necesidad imperante, por lo menos para mí. Ahora mismo, mientras escribo este texto, estoy en un avión y ya quiero llegar para conectarme y postearlo. El poder de las redes sociales es cada vez mayor, y es un hecho que reducen la famosa teoría de los 6 grados a simplemente 1 o 2. También dan esa sensación de “cercanía” y la posibilidad de tener más de mil “amigos”, platicar con ellos diario, “interactuar”.

Pero qué pasa con la verdadera interacción, el contacto humano, físico que deben tener las relaciones. Si bien las redes sociales nos acercan, también logran alejarnos. Tuve un novio que prácticamente sólo veía por el Messenger… Bueno, lo leía. Pero también tengo amigos que hace mucho no veo, y el Messenger es un medio para mantenernos en contacto.

No me malinterpreten, evidentemente no satanizo a las redes sociales ni mucho menos a mi preciado Internet. Solamente lo veo como un arma de dos filos, lo amo y lo odio, es mi mejor amigo y mi peor enemigo. En realidad yo sin Internet no puedo vivir. Todo lo que quiero lo encuentro ahí: desde la pizza, la función del cine, mi casa, el dato curioso, hasta… Bueno, dejémoslo en hasta lo que me ha convertido en cyber psyco. Por qué sí, lo confieso, a veces me ha dado eso de andar buscando lo que no debo y como dicen, el que busca encuentra, y más si lo hace a través de Google.

Estoy segura que ese sentimiento de no existir si no se mantienen relaciones virtuales no es sólo mío. Creo (espero) que muchos de los que leen esto, o de los que andan ahí afuera navegando, se sienten igual. La red se ha convertido en el segundo hogar, o tal vez en el primero porque la podemos llevar a donde se nos pegue la gana y siempre está con nosotros. Es nuestro lugar de confort, nuestro refugio, en el que plasmamos ideas y pensamientos (de 140 caracteres o más) para “dejar huella”, esparcirlos como cookies o worms y poder ser, ser alter egos, ser uno mismo, ser cyberadictos, ser wavers, bloggers, tweeters, facebookeros, geeks, ser en todo momento y en todo lugar, ser virtuales para después regresar a nuestra realidad.

Common People

(Mientras escucho Common People de Pulp)

Desde que he tenido memoria, una sóla ilusión ha sido permanente: Mi casa.

Así como las niñas pequeñas sueñas con una hermosa boda con un gran vestido de merengue blanco y el príncipe azul, de la misma forma yo soñaba con unas enormes paredes crudas que pudiera vestir a mi manera, con tapices de colores, un espacio para leer en mi soledad, y una gran tele para videojuegos.

Tal vez para muchos la independencia sea sólo un paso más, pero para mí es un paso enorme que me llena de sentimientos encontrados, que me hace pensar en el futuro, agradecer el pasado, amar a mi familia, estrechar lazos con amigos.

Y también es una oportunidad para por primera vez tener un significado diferente de la "gente común". A la gente común yo la veía como aquellos aletargados que van por la vida sin vivir, siguiendo la línea recta dictada por aquellos paradigmas sociales que siempre han estado ahí: Debes nacer, crecer, ir a la escuela, ir a la universidad, graduarte, conseguir un empleo, ganar buen dinero, conseguir una novia o novio, casarte, tener una casa de descanso, 3 hijos, una camioneta y un perro... Morir.

Toda la vida me he negado ser como la gente común, esa que tanto detesto y me aburre hasta lo más profundo de los huesos. Pero ahora, tiene un significado completamente distinto. Ahora pasaré a ser parte de la common people que tiene que poner su máximo empeño para vivir, y así seguiré, viviendo a tope con toda la emoción y la pasión de la que soy capaz.

Así viviré, viendo cada día el mundo con unos ojos diferentes, ilusionados, imaginando la construcción esporádica de mis sueños, materializando proyectos, llorando por las noches mi soledad y extrañándola por la mañana, pidiéndole que vuelva a mí porque sólo con ella me entiendo.

Así viviré, sirviendo café a mis amigos, cocinando el desayuno a mi familia, viendo a mi perro saludarme cada tarde, detallando el mínimo espacio conmigo misma, con mi espíritu, mi alma, mi todo.

Para mí la independencia no es un paso más, si no que es uno de los pasos más importantes, maravillosos y aterradores que me he atrevido a dar. Para mí la independencia significa una cosa: Verme completa y entera después de que esta noche obscura amanezca.

Así que ahora sólo me queda una cosa y esa es to sing along with the common people like me...